Se conoce por las consecuencias tan
devastadoras que tiene para la salud física y mental de la mujer, provocando
insomnio, ansiedad, depresión o trastornos de conducta alimentaria.
La igualdad
de género por la que se ha luchado, y se sigue luchando, no ha hecho más que
obligar a la mujer a un sobreesfuerzo, para demostrar esta paridad, que se ha
intentado defender.
A nivel
profesional, las mujeres luchan por conseguir puestos de responsabilidad, y se
esfuerzan por alcanzar el mismo nivel e ingresos que los hombres.
A nivel
doméstico, aunque la teoría entiende que las tareas deberían ser compartidas,
la realidad demuestra que en la mayoría de los casos, la mujer lleva el peso de
la casa, la organización general del hogar y la mayor parte de dedicación a los
niños. Solo un dato: El teléfono que en los colegios tienen para avisar a uno
de los dos padres, es el de la madre en un 97% de los casos. No quiero abusar
de las estadísticas, pero sorprendería la alta proporción de desigualdad
todavía existente.
A nivel estético,
los medios de comunicación y los cánones de belleza actuales, presentan una
mujer que no envejece. Que se mantiene estupenda a pesar de los años, de los
embarazos y del “tute” de cada día.
Y así es
como nosotras mismas, nos hemos metido en la boca del lobo. Tenemos que hacer
lo que puede hacer un hombre en lo laboral ( lo que es más que obvio), pero
tenemos que seguir siendo unas madres abnegadas y unas mujeres estupendas. Nos
obligamos a llegar a todo y además hacerlo bien. Y lo que ocurre es que unido a
ese esfuerzo constante, se une la sensación de insatisfacción por creer que no
se llega a hacer todo tan bien como nos gustaría. El sentimiento de
culpabilidad, por desatender en algunos momentos alguna de las parcelas, no es
más que una distorsión de pensamiento. No podemos aspirar a ser perfectas.
NO SUPERWOMAN.
NO SUPERWOMAN.
Desde que la
mujer salta de la cama hasta que vuelve a meterse en ella, se enfrenta a un día
contrarreloj, donde se solapan multitud de actividades, planificaciones,
traslados, y lo que es peor, esa sensación de "no llegar" constante,
que consume mucha energía y debilita aún más, produciendo ese agotamiento
mental, que es el causante de los muchos de los trastornos que actualmente
llevan a las mujeres a las consultas médicas. Y es en estas, donde darán esas
"pastillas mágicas", los ansiolíticos o depresivos ( 7 de cada 10
personas que consumen estos fármacos, son mujeres).
En cambio lo
que se debería aprender, es la manera de flexibilizar, de priorizar de delegar:
Elegir:
Si mi profesión es mi prioridad, no sentirnos
culpables por tener que delegar funciones domésticas a otras personas.
Si decido
que mi familia y mi casa es lo primero, aceptar que mi profesión debe quedar en
un segundo plano.
Bajar el
listón:
No tenemos
que estar constantemente demostrando lo que valemos y de lo que somos capaces.
Nosotras mismas, debemos exigirnos menos, y poder sentirnos satisfechas, sin
pretender mejorar continuamente y abarcar más.
Utilizar la
"ecuación mágica":
33% De lo
que TENEMOS que hacer+ 33% De lo que DEBEMOS hacer+ 33% De lo que QUEREMOS
hacer = Vida plena y satisfactoria.
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