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11. ANALFABETOS EMOCIONALES

La palabra alexitímia proviene de las raices griegas a-sin, lexi-palabra, thimios-afecto, es decir sin palabras para las emociones. Se define como la incapacidad de expresar verbalmente las emociones debido a que no se puede identificar los propios sentimientos, ni entenderlos o describirlos. Es un trastorno, que lo padecen muchas personas, sin ser conscientes de ello. Aunque normalmente está presente, en patologías como depresión, trastornos de conducta alimentaria, adicciones y fobias, puede estar presente en la vida de muchos individuos que no identifican su frialdad y practicidad ante la vida, como un problema. Esta dificultad no está solo en poder clasificar las emociones propias, sino que también son incapaces de identificar las emociones de los demás. Son personas carentes de fantasía, y con un comportamiento poco flexible. Ellos mismos defienden esta actitud como mecanismo de defensa para adaptarse a un mundo donde hay que ser prácticos y racionales.

10. SORDERA EMOCIONAL

Tenemos dos oídos, y si no hay ninguna dificultad auditiva, todos escuchamos perfectamente, los sonidos que provienen del exterior. Es una actividad, que no necesita de ningún esfuerzo por nuestra parte. Es más ,nos cuesta mucho dejar de oir. Vivimos en un entorno urbano, que supera con creces los decibelios apropiados para nuestra salud. Pero hay una gran diferencia entre oir y escuchar. Todos oímos desde el momento en que nacemos, pero la actitud de escucha se va adquiriendo con los años, y se integra en una de las más importantes habilidades sociales. La base de esta diferencia estaría en que lejos de ser una conducta pasiva, es una actitud paciente, y se necesita entrenamiento y cierta inteligencia emocional para adquirir semejante atributo personal. Lo común al escuchar a otra persona, es estar pensando en como hacer nuestro ese mensaje, preparar lo que vamos a decir a continuación o incluso, obviar lo que nos cuentan y estar pensando en nuestros asuntos o preocupaciones.

9. PARÁSITOS EMOCIONALES

Según el diccionario de la lengua española, la definición de parásito, sería aquel organismo que vive a costa de otro, alimentándose de él y causándole algún perjuicio. Seguro que esta descripción nos recuerda a muchos, a personas que nos rodean, de las que estamos infectadas y que de manera tan difícil nos cuesta escapar. Un tipo de personas que sin darse cuenta en algunos casos o deliberadamente en otros, escogen a sus presas para quedar instaladas en su sistema emocional y de él servirse a discreción, hasta acabar con las reservas de su  hospedador. Hay relaciones, ya sean de amistad, familiares o amorosas, que desgastan, anulan y nos dejan atrapadas en ellas. Por contagio  transmiten sus estados emocionales, que en muchos casos es negativo, y por más que queramos recuperarnos, con apenas unos minutos de exposición de nuevo a ellas, se vuelven a agotar nuestras reservas. Para poder protegernos y conseguir escapar de este efecto tan devastador, vamos a conocer primero

8. VIRUS ESTIVALES

¿ Puede ocurrir que el verano afecte a nuestro sistema inmune emocional de manera más virulenta? La respuesta es SI. Parece que durante todo el año, esperamos y deseamos que llegue el verano, donde poder dedicarnos a hacer todo aquello, que creemos no tener tiempo. Parece que el tiempo, o mejor dicho la falta de este, nos impide cumplir nuestros deseos. El tiempo puede ser el culpable, ¿pero puede también ocurrir que el problema sea que no lo sabemos usar? Por otro lado , ¿ Que ocurre cuando después de posponer todo para cuando llegue el verano, se pasa sin apenas enterarnos, y sin haber cumplido nuestros objetivos?. Llega la frustración, con la que comenzamos un nuevo curso, arrastrando " virus ", sin curar. Esperamos las vacaciones para descansar. Esperamos las vacaciones para hablar más con nuestras parejas, para incluso solucionar alguna crisis. Esperamos las vacaciones para disfrutar de nuestros hijos, todo lo que el trabajo, el estrés y el mal humor por

7. Gripe A-dios

La palabra adiós, la unimos comúnmente a una sensación de perdida, de rotura. Algo que formaba parte de nuestra vida y ha desaparecido. El sentimiento que normalmente nos produce es tristeza y desolación. Hay muchas maneras de decir adiós y dependiendo de cómo lo digamos y de cómo afrontemos el momento, nos producirá unas consecuencias u otras. Debemos saber que la vida nos deparará muchos “adioses”, de hecho, cada momento es una adiós a ese instante que yo no volverá. Hay momentos tan especiales que nos gustaría poder sostenerlos en nuestras manos para que nunca desparezcan, pero todo es efímero y pasajero, y aceptar eso, es el primer paso para no quedar atrapado en la melancolía, inicio de la angustia y la aflicción. Los melancólicos son personas que andan hacia atrás, de espaldas al futuro, mirando hacia el pasado. “ Cualquier tiempo pasado fue mejor”, es una célebre frase de las coplas de Jorge Manrique pero no debería ser así. Pensamos eso en el presente, cuando c

6. Gripe A-bulia

La abulia sería una antesala de la depresión patológica. Un estado en el que no nos encontramos preparados para afrontar ningún cambio. La realidad se distorsiona, y los colores se tornan grises, perdiendo el brillo de nuestra propia vida. Un estado de apatía, de falta de voluntad constante. El mayor de los aburrimientos, con lo que eso supone, la incapacidad de tomar decisiones. Una insatisfacción total, que dota a nuestra existencia de un sinsentido tan generalizado, que nos lleva a un abatimiento, del que cuesta escapar. Las emociones positivas son la gasolina de nuestro motor, por el contrario los sentimientos de tristeza e indefensión, funden nuestro depósito de combustible y el motor queda totalmente paralizado. Todos nos hemos podido sentir en algún momento así. Periodos de confusión, de falta de arranque en nuestra actividad diaria. Pero si este estado se prolonga, podemos afirmar, que estaremos abocados a una perdida de nuestra energía necesaria, para vivir la

5 Gripe A-limentación

De nuevo nos encontramos ante un "virus" y aunque nos resulte difícil de comprender, puede convertirse en un factor tan negativo para nuestra salud física y emocional que debemos conocerlo, para prevenir sus efectos. La relación que mantenemos con la alimentación se remontan a nuestra más tierna infancia. De hecho identificamos desde el momento que venimos a esta vida, que nos calmamos y tranquilizamos con el seno materno o con el biberón. Por tanto, comenzamos a asociar, desde bien pequeños la vinculación entre la tranquilidad y nuestra vertiente oral. Según vamos creciendo, traducimos los premios con chucherías, las celebraciones se desarrollan siempre alrededor de una mesa repleta de alimentos híper calóricos. No se entiende un cumpleaños sin tarta, ni una invitación que no se acompañe de víveres ricos en azúcares y grasas. Lejos de ser solo la alimentación una necesidad básica de supervivencia, se convierte en un hábito social y personal, ligado a emociones y