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30. SAN VALENTIN







No sólo por ser San Valentin, pero aprovechando el día, suscribo una carta que escribió Paul Newman a su segunda mujer con la que estuvo gran parte de su vida.

No se podría explicar mejor:


La felicidad en el matrimonio no es algo que simplemente sucede. Un buen matrimonio debe crearse. En el Arte del Matrimonio, las pequeñas cosas son las cosas grandes. Es nunca ser demasiado viejo para tomarse de las manos. Es recordar decir “Te amo” al menos una vez al día.
Es jamás ir a dormir enfadados. Es no dar nada por sentado, el noviazgo no debe terminar con la luna de miel, sino que debe continuar a través de todos los años. Es tener objetivos comunes, es estar de pie juntos frente al mundo.
Es formar un círculo de amor que se acumula en toda la familia. Es hacer cosas por los demás, no en la actitud de servicio o sacrificio, sino con alegría. Es decir palabras de aprecio y demostrar gratitud de maneras bien pensadas.
No está esperar que el marido sea el hombre perfecto o que la mujer sea la esposa soñada. No es la busca de la perfección en sí. Es cultivar la flexibilidad, la paciencia, la comprensión y el sentido del humor. Es tener la capacidad de perdonar y olvidar.
Se trata de una búsqueda común de lo bueno y lo bello. Se está estableciendo una relación en la que la independencia es igual, la dependencia es mutua y la obligación es recíproca. No se trata sólo de casarse con la pareja adecuada, es ser el socio adecuado.
Con amor, Paul.

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9. PARÁSITOS EMOCIONALES

Según el diccionario de la lengua española, la definición de parásito, sería aquel organismo que vive a costa de otro, alimentándose de él y causándole algún perjuicio. Seguro que esta descripción nos recuerda a muchos, a personas que nos rodean, de las que estamos infectadas y que de manera tan difícil nos cuesta escapar. Un tipo de personas que sin darse cuenta en algunos casos o deliberadamente en otros, escogen a sus presas para quedar instaladas en su sistema emocional y de él servirse a discreción, hasta acabar con las reservas de su  hospedador. Hay relaciones, ya sean de amistad, familiares o amorosas, que desgastan, anulan y nos dejan atrapadas en ellas. Por contagio  transmiten sus estados emocionales, que en muchos casos es negativo, y por más que queramos recuperarnos, con apenas unos minutos de exposición de nuevo a ellas, se vuelven a agotar nuestras reservas. Para poder protegernos y conseguir escapar de este efecto tan devastador, vamos a conocer primero

CARTA A UN ADOLESCENTE

                                   QUERIDO ADOLESCENTE: Ahora que comienza la época más apasionante de tu vida, quiero dirigirme a ti en unas líneas, desde la humildad y sin creer que sé más, por ser adulto, ni esperar que tengas obligación de seguir estos consejos. En primer lugar bienvenido a este maravilloso viaje del desapego y a esta etapa llena de cambios y contradicciones. Apasionante camino este de la vida, repleto de magníficos retos.  Un trayecto sin final,  en el que no debes plantearte un único destino o correrás el riesgo de que te entre prisa por alcanzarlo y no disfrutes del viaje. Las metas pueden ser importantes, siempre y cuando te permitas modificárlas si así lo deseas.  Al igual que al comenzar a caminar de pequeño, aceptaste ayuda hasta conseguir hacerlo sólo, ahora podrás necesitar apoyo en algunos momentos, lugares donde agarrarte hasta mantener el equilibrio. Pero cuida de sujetarte en sitios seguros y sólidos, o podrás caer fácilmente.  De to

13.CONTAGIO EMOCIONAL

                    Como el juego del frontón, donde enviamos la pelota contra la pared y vuelve, dependiendo de la dirección, la fuerza y la intención, así son nuestras relaciones con los demás. No nos damos cuenta hasta que punto la interacción con los otros, depende mucho de la manera que tenemos de dirigirnos a ellos: El tono, el mensaje, la intención e incluso nuestra propia emoción. Cuando yo sonrío a alguien y este me devuelve la sonrisa, por mínima que sea, se ha producido un contagio emocional. Si yo puedo conseguir que alguien sonría por mi propia sonrisa, significará que también puedo conseguir, que este más alegre. De la misma manera, si mi gesto de preocupación y tristeza, por mal humor o pesimismo contagia, lograré que los que están conmigo, se sientan más tristes también. Es verdad que hay personas más capaces de transmitir y otras más susceptibles de contagio, pero también es cierto, que al final, las emociones dominantes pueden convertirse en una epidemia