Que duro vivir toda la vida sin sentirnos realmente satisfechos
con lo que hacemos, con lo que somos. La creencia de que tenemos que ser
mejores nos impide sentirnos orgullosos de lo que somos hoy.
Si aspiramos a la perfección, si queremos siempre hacer las
cosas bien, seguro que haremos muchas menos cosas por miedo al fracaso o
incluso al ridículo. Lo importante es hacerlo, intentarlo, no el éxito que
consigamos con ello, porque el éxito es una medida relativa, y tan subjetiva
que no podemos condicionar nuestros actos por ello. El triunfo personal vendría
de perder el miedo al fracaso.
Para empezar, debemos llegar a la conclusión de que la
perfección no existe. LA PERFECCIÓN NO EXISTE, lo repito para que nos quede
claro.
Dedicamos tanta esfuerzo a que las cosas estén perfectas,
que no somos justos al no valorar positivamente los progresos que cada día
hacemos esperando siempre más, siempre poderlo hacer mejor.
Qué es lo perfecto. Sería como el término felicidad, es a lo
que aspiramos y lo que deseamos , sin tener claro que es, solo que hay que
llegar. Algo así como querer coger agua con las manos y sujetarla. Sin darnos cuenta que querer agarrarla es perderla.
Lo que valemos como personas nunca puede estar condicionado
a lo que hacemos bien. Con lo que hacemos bien no aprendemos nada, y en cambio
con nuestros fracasos y errores, encontramos magníficas lecciones.
Es la diferencia entre buscar la perfección y tener metas ,
la que marca lo disfuncional e incluso patológico con lo funcional y
adaptativo.
Marcarse nuevos retos , es necesario para el bienestar físico
y mental. Es muy importante, que tengamos ilusiones y proyectos que nos hagan
mejorar cada día. Ganas de aprender continuamente, de poner pasión a nuestras
actividades más cotidianas.
Pero por el contrario, luchar por hacer las cosas perfectas,
significaría ponernos unos objetivos tan elevados y ambiciosos, que nos
provocaría una situación constante de frustración y tensión.
Todo lo que se sale de nuestro marco de seguridad, de lo que
sabemos hacer, nos asusta. -No sé, no puedo, soy incapaz....
Frases que nos retienen, que nos limitan tanto y que a su vez nos
dan cierta comodidad para decirnos lo que podemos y no podemos hacer. Aparentemente
cómodo, pero inmensamente debilitante.
Si se lo que puedo
hacer y lo que no, no tengo que arriesgar, ni que intentar nada nuevo. Y ese
sería empezar a morir un poco, si todo lo que tenía que saber hacer ya lo hice.
Podemos decidir vivir cada día como un único día, agarrando
el presente que es lo único que realmente tenemos, como oportunidad de cambio
continuo. No dejemos que la preocupación por lo que ocurrió, o el miedo por lo
que puede pasar, te impida a hacer hoy todo lo que quieras, aunque no puedas ni
sepas. HAZLO.
Lo que hacemos es lo que somos, y nos convertimos en lo que
más practicamos.
Si no te gusta lo que eres, cambia lo que haces.
me ha encantado leerlo! =) besoss
ResponderEliminar