Ir al contenido principal

EFECTO KLEENEX




La música se descarga en el momento, los libros los llevamos en el dispositivo, los muebles son de quita y pon, la ropa de una sola temporada, la adolescencia precoz, los divorcios express.....
Vivimos en la sociedad de USAR Y TIRAR.
Si un  libro como La magia del orden, en el que se nos quiere enseñar a tirar, se convierte en  éxito de ventas, nos refleja que estamos ante una sociedad que quiere aprender cada vez más a desprenderse de lo que nos sobra, lo que usamos una vez y no necesitamos más, eso irá fuera.
Parece al leerlo que cuantas más bolsas de basura más éxito y satisfacción y al final uno llega a la conclusión de que conservar se convierte en un fracaso, y cuanto más cantidad de cosas inútiles nos deshagamos, más se ganará en tranquilidad y felicidad.
Preocupa un poco, ver con que facilidad, se puede uno liberar de todo lo que molesta, lo que ocupa espacio....

Palabras como CUIDAR, ARREGLAR, CONSERVAR, MIMAR....corren el riesgo de convertirse en palabras del pasado, sin sentido.
Y así es como además se puede potenciar sin ningún tipo de remordimiento que las industrias continúen reforzando su  "obsolescencia programada" con la que presumen de abaratar los costes, reduciendo de igual manera la calidad y duración de los productos.
No merece la pena arreglar casi nada, los servicios técnicos han caído en desuso, sale más caro y mucho más complicado arreglar algo que comprar uno nuevo.

Y al final se ha convertido en la cultura de lo efímero y los valores acaban basándose en lo inmediato,  con lo que la frustración y la desilusión está asegurada.

Una vez que somos conscientes de esto, deberíamos plantearnos, si esa necesidad de cambio continuo, no está escondiendo un verdadero vacío y un deseo de intentar buscar en las cosas nuevas, algo que en nosotros no encontramos. Cambiaremos de lugar, de pareja, de ropa, de casa, ......pero de quien nunca nos podremos librar es de nosotros mismos.

El valor de las personas, ya no está en lo que SON, si no en lo que valen por lo que hacen o nos aportan, al final nos hemos convertido también en productos de consumo, consecuencia de una capitalismo que ha fagocitado a los seres humanos y sólo nos deja como objetos de culto o de desprecio.

Llega a ser una obsesión, hacer de nosotros mismos una marca personal, con millones de seguidores y de "likes". A más "likes", más valor personal.
 Los hombres y mujeres se convierten en escaparates andantes de moda y éxito aparente, hasta la sonrisa muchas veces forzada para esa foto que se colgará de las redes sociales y que engañará sobre lo que es felicidad.
Así convertimos este mundo en un mundo artificial. Pero estamos a tiempo de no dejarnos engañar. Todavía nos queda la capacidad de valorar, el consuelo de un abrazo, la calidez de una mirada, y la alegría que proporciona las sonrisas al hablar cara a cara, de lo que es importante y lo banal.

Espero que todavía nos podamos "curar", que nos dediquemos de nuevo a cuidar  que las cosas no se rompan, a reparar los daños causados y a guardar lo que fueron tesoros, porque aunque pase el tiempo, siempre lo serán.




Comentarios

Entradas populares de este blog

9. PARÁSITOS EMOCIONALES

Según el diccionario de la lengua española, la definición de parásito, sería aquel organismo que vive a costa de otro, alimentándose de él y causándole algún perjuicio. Seguro que esta descripción nos recuerda a muchos, a personas que nos rodean, de las que estamos infectadas y que de manera tan difícil nos cuesta escapar. Un tipo de personas que sin darse cuenta en algunos casos o deliberadamente en otros, escogen a sus presas para quedar instaladas en su sistema emocional y de él servirse a discreción, hasta acabar con las reservas de su  hospedador. Hay relaciones, ya sean de amistad, familiares o amorosas, que desgastan, anulan y nos dejan atrapadas en ellas. Por contagio  transmiten sus estados emocionales, que en muchos casos es negativo, y por más que queramos recuperarnos, con apenas unos minutos de exposición de nuevo a ellas, se vuelven a agotar nuestras reservas. Para poder protegernos y conseguir escapar de este efecto tan devastador, vamos a conocer primero

CARTA A UN ADOLESCENTE

                                   QUERIDO ADOLESCENTE: Ahora que comienza la época más apasionante de tu vida, quiero dirigirme a ti en unas líneas, desde la humildad y sin creer que sé más, por ser adulto, ni esperar que tengas obligación de seguir estos consejos. En primer lugar bienvenido a este maravilloso viaje del desapego y a esta etapa llena de cambios y contradicciones. Apasionante camino este de la vida, repleto de magníficos retos.  Un trayecto sin final,  en el que no debes plantearte un único destino o correrás el riesgo de que te entre prisa por alcanzarlo y no disfrutes del viaje. Las metas pueden ser importantes, siempre y cuando te permitas modificárlas si así lo deseas.  Al igual que al comenzar a caminar de pequeño, aceptaste ayuda hasta conseguir hacerlo sólo, ahora podrás necesitar apoyo en algunos momentos, lugares donde agarrarte hasta mantener el equilibrio. Pero cuida de sujetarte en sitios seguros y sólidos, o podrás caer fácilmente.  De to

13.CONTAGIO EMOCIONAL

                    Como el juego del frontón, donde enviamos la pelota contra la pared y vuelve, dependiendo de la dirección, la fuerza y la intención, así son nuestras relaciones con los demás. No nos damos cuenta hasta que punto la interacción con los otros, depende mucho de la manera que tenemos de dirigirnos a ellos: El tono, el mensaje, la intención e incluso nuestra propia emoción. Cuando yo sonrío a alguien y este me devuelve la sonrisa, por mínima que sea, se ha producido un contagio emocional. Si yo puedo conseguir que alguien sonría por mi propia sonrisa, significará que también puedo conseguir, que este más alegre. De la misma manera, si mi gesto de preocupación y tristeza, por mal humor o pesimismo contagia, lograré que los que están conmigo, se sientan más tristes también. Es verdad que hay personas más capaces de transmitir y otras más susceptibles de contagio, pero también es cierto, que al final, las emociones dominantes pueden convertirse en una epidemia