Uno de los virus emocionales que mayor sufrimiento provoca es la
necesidad de ser aprobado por todos, una
meta sin duda inalcanzable, pero que a muchos les cuesta aceptar.
A veces para agradar a otros, utilizamos un servilismo tal,
que olvidamos nuestras propias necesidades y lo que es peor nuestra propia
identidad, pasamos a ser como creemos que otros quieren que seamos.
El instinto humano, nos lleva a querer pertenecer a un
grupo, a ser bienvenidos y mantener el afecto de los demás, pero si ampliamos
cada vez más ese grupo y lo hacemos extensivo a todos los que nos rodean, la
misión de conseguirlo puede ser tan exigente como perjudicial.
La obsesión por agradar y gustar se manifiesta, tanto a
nivel físico como personal, y si entendiéramos que cualidades tan valoradas en
la sociedad actual como la belleza, la simpatía, la juventud, el éxito y el
reconocimiento social son totalmente subjetivas, descubriríamos , la imposibilidad de nuestro
sueño.
Lo que para unos puede ser maravilloso y admirable de
nosotros, para otros puede ser censurable y criticable, siendo la misma
cualidad la valorada.
Acabamos siendo esclavos de los prejuicios e intolerancias
de otros, sin ni siquiera plantearnos cuales son nuestras verdaderas creencias.
Por ello, vamos a intentar superar, esta necesidad imperiosa
de gustar a todos, entendiendo que lo más importante es ser coherentes con
nosotros mismos, y aprender a gustarnos y a aceptarnos:
1. Ser justos. NO
es posible, que las opiniones de los demás tengan más valor, que las nuestras.
Si llegamos a la confianza en nosotros mismos, conseguiremos la convicción de
que nuestras ideas y valoraciones son tan válidas y respetables, como las de los demás.
2. Aprender a
convivir con la vulnerabilidad. Siempre habrá aspectos, que desconozcamos o
áreas de nuestra vida en las que nos sintamos inseguros, pero eso no es razón
suficiente, para que otros tomen el poder y decidan como es la mejor manera en
la que debemos actuar, sólo nosotros sabemos como nos sentiremos mejor.
3. Aceptar la
diversidad. Somos maravillosos, porque somos diferentes. Cada uno de
nosotros tiene algo que nos hace únicos y especiales, por eso, no debemos
querer parecernos a otros para gustar. Se tu mismo, y ten por seguro que
encantarás a alguien, pero sobre todo, a ti mismo.
4. Libérate. Dejar
de pensar en lo que los demás esperan de ti. Una de las cosas más dañinas que podemos
hacer, es vivir la vida que los demás deciden que tengamos. Esta es tu vida y sólo
tuya. Nadie va a vivir por ti como tampoco tu ,lo puedes hacer por nadie.
5. Relativiza.
Debemos ser flexibles, los elogios y las criticas, deberían afectarnos por
igual, ni mucho, ni poco. Normalmente nos cuesta o no creemos del todo las
opiniones positivas, en cambio le damos mucho peso y gravedad a las críticas.
Huyamos por tanto de la necesidad de aprobación, como parte
de nuestra vida, entendiendo que aunque preferimos gustar, es inevitable que
en numerosas ocasiones no lo consigamos y eso NUNCA será un fracaso personal.
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